Querétaro y la deuda pendiente con la salud: ¿el presupuesto federal como pretexto?

En Querétaro, más de 600 mil personas siguen sin acceso a servicios de salud, pese a que el estado presume crecimiento económico y calidad de vida. La carencia no es nueva, pero la narrativa oficial intenta explicarla con un solo argumento: la disminución del presupuesto federal.

El Gobierno estatal y el senador Agustín Dorantes han señalado reiteradamente que la Federación ha reducido los recursos en materia de salud, y que esa sería la causa principal de la falta de cobertura. Sin embargo, este discurso resulta cuestionable. La insuficiencia de servicios no nació con la baja presupuestaria: ya desde antes del cambio de modelo (del Seguro Popular al INSABI y ahora al IMSS-Bienestar), sistemas a los cuales el Gobierno del Estado se negó a afiliarse, Querétaro ya arrastraba un déficit en infraestructura hospitalaria, personal médico y cobertura en municipios serranos y rurales.

El crecimiento poblacional —más del 10 % en cinco años— y la alta tasa de informalidad laboral han rebasado la capacidad estatal. Mientras las clínicas y hospitales se concentran en la zona metropolitana, comunidades en la Sierra Gorda y el semidesierto enfrentan largas distancias, escasez de especialistas y falta de medicamentos.

Atribuir todo al recorte federal es, en el mejor de los casos, una explicación incompleta. En el peor, un escudo político para evadir la responsabilidad local de haber planificado con mayor visión el sistema de salud en un estado que presume ser motor industrial y polo de atracción migratoria.

A ello se suma la reciente propuesta del senador Agustín Dorantes, quien planteó que el Gobierno Federal pague las medicinas que no pueda proveer el sistema de salud. El problema es que no promueve esta medida para La Secretaria de Salud en Querétaro, que tiene un déficit en porcentaje, mayor al Gobierno  Federal en abastecimiento de medicina, tampoco empujó a sus diputados locales a respaldar está iniciativa en la Legislatura estatal. El gesto, más que un compromiso real, parece un truco publicitario: un recurso para deslindarse y capitalizar políticamente el malestar ciudadano.

No es una estrategia concreta en favor del Estado que representa y tampoco un exhorto a la mejora en salud al gobierno del partido al que pertenece.

Al final, la salud de los queretanos no se defiende con discursos ni con iniciativas mediáticas: se garantiza con responsabilidad, coherencia y voluntad política. Y de estos valores el senador, parece tener una grave carencia.

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