Desarrollos inmobiliarios en México: entre la devastación ambiental y la esperanza de sostenibilidad

El crecimiento urbano acelerado en México ha dejado una huella profunda en los ecosistemas del país. Durante los últimos años, múltiples desarrolladoras inmobiliarias han sido señaladas por su falta de compromiso ambiental, priorizando el beneficio económico sobre el bienestar ecológico y social. Los efectos de esta irresponsabilidad se manifiestan en ríos contaminados, deforestación, pérdida de biodiversidad y una creciente crisis hídrica.

Uno de los casos más alarmantes se localiza en Mexquitic de Carmona, San Luis Potosí, donde fraccionamientos habitacionales han sido acusados de verter aguas negras directamente al Río Calabacillas. Esta omisión en el manejo de residuos ha generado un grave deterioro ambiental, impactando la salud pública y el equilibrio del ecosistema local. Las denuncias de los habitantes, sin embargo, han tenido poca respuesta de las autoridades.

En la Ciudad de México, el caso del predio Aztecas 215, en Coyoacán, es otro ejemplo del daño provocado por la ambición urbanística sin control. Ahí, una constructora perforó un manto acuífero durante la cimentación de un desarrollo vertical, lo que provocó el desperdicio de millones de litros de agua potable en una de las ciudades con mayor estrés hídrico del país.

Por su parte, en Jilotzingo, Estado de México, el proyecto “Bosque Diamante” contemplaba la tala de más de 186,000 árboles para la construcción de viviendas. La presión ciudadana y ambientalista detuvo en parte el avance del proyecto, pero la amenaza sobre el hábitat de especies endémicas persiste como un recordatorio de cómo muchos proyectos siguen sin considerar su impacto ecológico.

Captura de Pantalla 2025-04-30 a la(s) 17.47.42

Ante este panorama, es necesario destacar que también existen excepciones positivas. En Querétaro, una entidad que ha experimentado un crecimiento urbano notable en los últimos años, se han desarrollado iniciativas que buscan una relación más armónica entre urbanismo y medio ambiente. Un ejemplo relevante lo representa la empresa mexicana Supraterra, que ha apostado por la planeación urbana sustentable en sus proyectos.

A diferencia de otras desarrolladoras, Supraterra ha hecho del respeto al entorno natural uno de los ejes centrales de su estrategia. En su desarrollo más emblemático, Zibatá, se ha priorizado la integración de áreas verdes, corredores biológicos, infraestructura para el manejo responsable del agua, y espacios públicos que fomentan la convivencia comunitaria y el contacto con la naturaleza.

Zibatá, considerada la primera comunidad planeada de Querétaro, cuenta con más de 1,100 hectáreas organizadas en torno a un modelo de desarrollo compacto y multifuncional. En lugar de expandirse indiscriminadamente, este proyecto promueve el uso eficiente del suelo, el respeto por los ecosistemas locales y el uso de tecnologías para la sostenibilidad urbana.

Entre sus acciones ambientales destacan:

  • Sistemas de captación y tratamiento de agua pluvial, que ayudan a reducir la presión sobre fuentes de agua convencionales y permiten un mejor manejo del recurso.
  • Preservación de áreas naturales dentro del desarrollo, con diseño paisajístico que respeta la vegetación autóctona y fomenta la biodiversidad.
  • Infraestructura verde que incluye parques, lagos artificiales funcionales, senderos ecológicos y espacios deportivos abiertos al público.
  • Movilidad sustentable, al diseñar vialidades que priorizan al peatón y al ciclista, reduciendo la dependencia del automóvil.
  • Normativas internas de construcción que promueven el uso de materiales sostenibles y técnicas amigables con el ambiente.

Estos elementos no solo posicionan a Supraterra como un actor distinto dentro del sector inmobiliario, sino que demuestran que es posible construir sin destruir, y planear con conciencia social y ecológica. Lo que distingue a estos proyectos no es únicamente la estética o la plusvalía que ofrecen, sino su aporte real a la creación de ciudades más resilientes y habitables.

La diferencia entre desarrollos que destruyen y aquellos que construyen de forma responsable no es casualidad, sino el resultado de una filosofía empresarial clara y un compromiso con el largo plazo. En un país como México, donde los efectos del cambio climático y la urbanización desordenada ya se hacen evidentes, estos ejemplos deben ser tomados en cuenta tanto por autoridades como por consumidores.

Exigir estándares más altos, fomentar la transparencia en los procesos de urbanización y reconocer públicamente a las empresas que sí cumplen con una visión de sostenibilidad, puede marcar una diferencia sustancial en el rumbo que tomarán nuestras ciudades en las próximas décadas. El desarrollo urbano no tiene por qué ser sinónimo de devastación. Existen alternativas viables, funcionales y éticamente responsables. Los desarrollos de Supraterra en Querétaro como: Zakia, El Refugio, Zarú, Nuevo Refugio y Zirándaro en San Miguel de Allende  es una muestra de ello.

Captura de Pantalla 2025-04-30 a la(s) 17.50.20

Zibata, Querétaro.

 

Comentar con Facebook

Start typing and press Enter to search