El sabor que nace del alma en la Sierra Gorda de Querétaro
En Purísima de Arista, una comunidad serena del municipio de Arroyo Seco, se cocina mucho más que comida: se sirve historia, esfuerzo y tradición en cada plato.
´Por David Smeke
Purísima de Arista es uno de esos rincones que parecen detenidos en el tiempo. Enclavado en la majestuosa Sierra Gorda queretana, el pueblo respira tranquilidad, amabilidad y un aroma inconfundible a hogar. Y en el corazón de esta comunidad, a solo una cuadra del kiosco central, se encuentra un lugar que ya es leyenda entre locales y visitantes: Fonda La Purísima, comandada por la entrañable y talentosa Orlanda.
Una bienvenida que sabe a casa
Desde que uno cruza la puerta de esta fonda, no hay duda: no se entra como cliente, se entra como parte de la familia. Orlanda, con una sonrisa sincera y el brillo de quien ama lo que hace, recibe a todos con la frase mágica: “Oigan, échense un caldito de res que me quedó muy rico.” Y vaya que no miente.
Ese «caldito» es en realidad un platón digno de fiesta patronal: un caldo pozolero servido con un arroz rojo de sabor profundo, zanahoria, calabacitas, cebollita, chilito picado, y un hueso con carne y tuétano que despierta recuerdos de la cocina de las abuelas. Cada cucharada es pura satisfacción, y más de uno confiesa que le lloran los ojos… pero no por lo picoso, sino por la emoción.
Del consultorio a la cocina
La historia de Orlanda es digna de contarse. Enfermera de formación, trabajó en el sector salud desde muy joven, enfrentando jornadas duras y explotadoras, muchas veces en turnos nocturnos interminables. Pero como tantas mujeres de la sierra, su espíritu resiliente la llevó a buscar otro camino, uno que la conectara con su verdadera pasión: la cocina.
Fue su familia quien le dio el empujón definitivo. Sus tías, que antes administraban una cocina popular, le dejaron el espacio y le sugirieron retomarlo. Al principio, Orlanda dudaba. Pero los recuerdos de su infancia, cuando ayudaba a su abuela a darle vueltas al mole con una cucharita en una olla gigante, le confirmaron que lo suyo ya estaba escrito.
Y así, entre sabores heredados y sazón propio, nació Fonda La Purísima.
Un mole que canta huapangos
Mientras los comensales disfrutan de su comida, el ambiente se llena de música: a veces llegan mariachis, otras veces grupos de huapango. No es raro, estamos en la Sierra. Pero el verdadero protagonista es el mole.
El mole serrano con puerco que prepara Orlanda tiene carácter. Nada de dulzones, como en Puebla u Oaxaca. Aquí, el mole pica, emociona y reconforta. Con arroz rojo, tortillas recién hechas y esa combinación intensa con la carne de puerco, el plato deja una huella difícil de borrar.
“No se puede comparar con la comida de fondas comunes”, dicen los que han probado. Porque esto no es una fonda cualquiera. Es un altar al sabor, a la memoria y al trabajo bien hecho.
Más que comida: una experiencia
Orlanda no solo cocina. Orlanda cuenta historias, comparte anécdotas, y sobre todo, hace sentir a cada visitante que ha llegado al mejor lugar posible. Su comida, generosa y sincera, es un reflejo de su personalidad: alegre, fuerte, cariñosa.
Fonda La Purísima ya no es solo un secreto local: es un destino gastronómico. Un lugar donde se prueba la verdadera cocina de la Sierra Gorda, donde la comida cura más que la medicina, y donde cada platillo tiene alma.
Búsquenla en redes sociales como Fonda La Purísima. O mejor aún, dense una vuelta por Purísima de Arista y vivan la experiencia.
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