¿Prohibir celulares en las escuelas o educar para el mundo digital?

El reciente anuncio del gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, sobre las medidas para proteger a la niñez y juventud frente a los riesgos del entorno digital ha abierto un debate necesario, aunque incómodo: ¿estamos abordando el problema desde su raíz o solo imponiendo soluciones simplistas que no resuelven el verdadero desafío?

Entre las propuestas presentadas destaca la prohibición del uso de celulares inteligentes en las escuelas del estado. El argumento detrás de esta medida parece lógico a primera vista: reducir distracciones, fomentar una educación más enfocada y proteger a los estudiantes de los peligros de las redes sociales. Sin embargo, esta estrategia ignora una cuestión crucial: la falta de educación digital en las aulas.

Prohibir los celulares puede dar la impresión de control, pero no educa. Los estudiantes seguirán teniendo acceso a internet fuera de las escuelas, en sus hogares, en la calle, y muchas veces sin supervisión ni orientación adecuada. ¿Cómo enfrentan entonces los niños y adolescentes los riesgos del ciberacoso, la desinformación, o las trampas algorítmicas que perpetúan la ansiedad y la comparación social?

La verdadera pregunta no es cómo evitar que usen tecnología, sino cómo capacitarlos para hacerlo de forma consciente y segura. Las redes sociales y los dispositivos móviles no son solo fuentes de distracción, también son herramientas poderosas para el aprendizaje, la creatividad y la comunicación. Ignorar esto es dar la espalda a la realidad digital en la que ya estamos inmersos.

Si el objetivo es proteger a las infancias, la solución debería ser más integral. En lugar de confiscar celulares, ¿por qué no implementar un plan estatal de alfabetización digital? Este plan podría incluir:

  • Asignaturas específicas sobre el uso seguro de internet: enseñar a identificar noticias falsas, comprender el impacto de los algoritmos y proteger la privacidad en línea.
  • Capacitación docente: brindar a los maestros las herramientas necesarias para integrar la tecnología como aliada pedagógica, no como enemiga.
  • Participación activa de las familias: crear espacios de diálogo para que padres y madres aprendan junto con sus hijos sobre los riesgos y beneficios del mundo digital.
  • Espacios seguros en redes sociales: trabajar en colaboración con las plataformas tecnológicas para desarrollar ambientes más protegidos para menores, en lugar de simplemente prohibir su uso.

Medidas como la prohibición de celulares pueden dar la sensación de que algo se está haciendo, pero corren el riesgo de ser solo un paliativo político. No se puede combatir un problema complejo como la exposición digital de las infancias con medidas que, aunque mediáticas, carecen de profundidad.

Además, existe el riesgo de que estas restricciones profundicen la brecha digital. No todos los estudiantes tienen acceso a computadoras o internet en casa, por lo que los celulares, en muchos casos, son su única herramienta para acceder a información, hacer tareas y comunicarse.

Si Querétaro aspira a liderar la protección de las infancias en el ámbito digital, como asegura el gobernador Kuri, sugiero que se debe hacer desde la educación, no desde la censura. La solución no es esconder la tecnología, sino enseñar a convivir con ella de forma crítica y responsable.

Prohibir celulares en las escuelas puede parecer una respuesta contundente, pero la verdadera transformación ocurrirá cuando apostemos por formar ciudadanos digitales conscientes, empáticos y preparados para enfrentar los desafíos de su tiempo.

Porque proteger a la infancia no significa aislarla del mundo, sino prepararla para habitarlo con inteligencia y valor.

@davidsmeke

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